La Ciencia Política es una disciplina especializada de las Ciencias Sociales modernas que estudia, analiza e interpreta los procesos, instituciones, prácticas, campos de fuerza y universos simbólicos de la política y el poder

domingo, 21 de julio de 2013

El Estado después de la crisis: vida, pasión y muerte de un paradigma de Estado

Cuando el Presidente de los Estados Unidos  Georges W. Bush recibió una llamada telefónica desde Beijing, del propio Presidente Hu Jin Tao de la República Popular China, en octubre de 2008, pidiéndole que la Reserva Federal estadounidense salga en respaldo de Lehman & Brothers, algo profundo cambió en todo el mundo.

Se trataba de exigir que se diera una señal del Estado norteamericano en favor de un banco en riesgo de quiebra (en el que China tenía depositados miles de millones de dólares en Bonos del Tesoro), y entonces el mito del Estado neoliberal y subsidiario, el paradigma del Estado mínimo y que deja actuar libre y desreguladamente a los mercados, se esfumaron como una pompa de jabón.

¿Qué habría sucedido si el Estado chino, el poderoso y comunista Estado chino,  hubiera quitado su respaldo a Lehman & Brothers y hubiera exigido el pago efectivo de todos esos bonos?  Ese día sin duda Milton Friedman y Friedrich Hayek se dieron vueltas en sus sarcófagos y Adam Smith suspiró de nostalgia en la ultratumba.


VIDA…

Desde los tiempos prehistóricos de Adam Smith y de Thomas Hobbes, el Estado ha sido objeto de profundos análisis y de apasionadas afirmaciones ideológicas.  Las teorías liberales con Montesquieu y sus seguidores ”dibujaron” una noción de Estado que suponía la creciente intervención del aparato de servicios públicos en los territorios, y el despliegue del organismo público en el ejercicio del poder y la instalación de la soberanía como atributo exclusivo y excluyente.
La simplicidad del paradigma liberal del Estado no nos debe engañar: el Estado debe dejar de hacer todo aquello que el mercado puede hacer.  O, dicho en otros términos, el mercado gobierna la economía, la sociedad y la política, y en tales condiciones el Estado mínimo y subsidiario es el que mejor garantiza la omnipotencia del mercado, de la libre competencia, del equilibrio dinámico de la oferta y la demanda y de la libre iniciativa.
Desde la perspectiva teórica liberal, el Estado es entonces al mismo tiempo, el garante de la seguridad y de la paz, pero debe intervenir lo menos posible en la actividad económica, toda vez que dicha actividad debe ser dejada al libre arbitrio de los individuos libres y de la “mano invisible” del mercado y de las fuerzas económicas.  El período de la economía dirigida del mercantilismo, propio del siglo XVII y XVIII europeo, no fue más que un paréntesis para que los actores económicos alcancen el poder y la capacidad de proyección económica y geográfica en sus naciones y en el resto de los continentes, como resultado de las conquistas y descubrimientos marítimos y territoriales del siglo XVI.
En la lógica predominante y en la doctrina tradicional, el Estado ha sido descrito como una pesada máquina burocrática ineficiente, un lastre administrativo, jurídico y político, un ineficiente y costoso sistema complejo de burocracias instaladas como una excrecencia de la función pública.
Durante tres decenios (desde la década de los ochenta del siglo pasado), el Estado de bienestar, el Estado de políticas sociales y de inversión pública en infraestructura, fue denostado y convertido en la causa de los males de la economía, de la pobreza, de las empresas y emprendedores.  Durante treinta años ininterrumpidos, el Estado era el problema y la solución era el mercado: todo el mercado, todo al mercado, todo es mercado.

PASION…


A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, las teorías liberales y neoliberales se enfrentaron a los paradigmas marxistas y social-democrátas, bajo la nocíón que el Estado constituía una burocracia que dispensa beneficios sociales a  un costo que lleva a las arcas fiscales al déficit crónico.
El derrumbe de los socialismos reales de Europa a fines de los años 80, dejaron abierta la puerta para la adopción del paradigma neoliberal de un Estado mínimo, que sirve como aparato de suministro de subsidios, ayudas y beneficios provisorios, mientras el mercado se hace cargo gradualmente de la totalidad de la actividad económica, después de las privatizaciones de los servicios públicos.
Reagan, Tatcher y el Consenso de Washington, dieron impulso político e institucional a un Estado que se deshace paulatina y sistemáticamente de toda actividad productiva, y que mide la calidad de los servicios públicos segun criterios de rentabilidad, y que analiza la función pública mediante criterios de evaluación de desempeño, intrododuciendo  sistemas de racionalización y externalización de los servicios y  estrictas metas cuantificables a cumplir.
Los resultados no tardaron en observarse: servicios públicos emprobrecidos, sin recursos, con presupuestos acotados, con personal mal pagado, mientras al lado surgían empresas, operadores y suministradores privados de los mismos servicios, pero privados.

…Y MUERTE


La crisis económica y financiera que desencadenaron las aseguradoras y corporaciones financieras occidentales, sinembargo, abrieron una brecha en el poderoso sistema estatal-financiero mundial.

El hundimiento de la economia financiera el 2008, no completamente recuperada de la anterior crisis asiática, aparece como una secuencia cíclica en la que el Estado -en su versión subsidiaria y liberal-  aparece como un actor político-institucional desprovisto de capacidad de maniobra y de reacción poara enfrentar los daños sociales ocasionados por el colapso empresarial y económico.   Los ciclos de cada crisis son la historia del modelo de desarrollo capitalista a lo largo de cinco siglos de historia: crecimiento/expansión, auge, colapso, depresión y recuperación.    En cada uno de esos momentos del ciclo de la crisis, el Estado ha de desempeñar un rol, en tanto organo de poder político que gobierna la nación.

Pero el liberalismo triunfante de los treinta años pasados, propugnaba un Estado mínimo, subsidiario, marginal.
Las crisis son a la economía…como las privatizaciones son al Estado: un mal evitable.
Así como el Muro de Berlín se vino abajo con las picas de los ciudadanos alemanes en 1989, el muro de los bancos se estremeció en 2008 con la entrada del Estado, del fisco y de las agencias públicas, para salvar el desastre en curso.  Gran Bretaña dió el ejemplo, cuando el Fisco Británico salió al rescate de un banco escocés, comprando acciones e instalando directores públicos en los directorios de las financieras.

Durante treinta años ininterrumpidos, el Estado era el problema y la solución era el mercado: todo el mercado … todo al mercado … todo es mercado.  Ahora queda en evidencia que el problema es el mercado y que la solución es el Estado.



martes, 2 de julio de 2013

La "aspiradora de votos" como fenómeno político y electoral: elementos para un análisis del efecto arrastre

PREFACIO.

Las elecciones primarias presidenciales del 30 de junio en Chile actuaron como un primer revelador del estado de la opinión pública y del potencial electoral de los candidatos presidenciales situados al interior de las dos coaliciones mayores del sistema.  

Desde el punto de vista del potencial de votos expresado en las urnas por los distintos sectores políticos y coaliciones, la única elección que se podría comparar con la primaria presidencial reciente, es la elección municipal de octubre de 2012, en la medida en que ambas votaciones tuvieron lugar dentro del nuevo esquema de voto voluntario e inscripción automática.

Este ensayo tiene por propósito presentar un análisis politológico del fenómeno de arrastre de votos, desde una perspectiva teórica, recurriendo principalmente al paradigma de la elección racional propuesta por Stanley Kelley Jr.   Preguntarse porqué la gente vota como vota, significa interrogarse cuáles son los factores que el elector toma en consideración a la hora de adoptar una decisión de voto, pero el modo cómo opera ese proceso de decisión no puede asemejarse a la elección racional o irracional del consumidor en el mercado, en la medida en que en la decisión electoral del ciudadano intervienen otros factores de carácter cultural e ideológico que aquí analizamos.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas - Magallanes, invierno de 2013.-

RESUMEN.

El análisis aborda el estudio de los fenómenos de efecto de arrastre en las votaciones  democráticas competitivas, a partir de la metáfora de la "aspiradora de votos".  Se define "aspiradora de votos", a un fenómeno político-electoral y comunicacional de arrastre donde un candidato, cualquiera sea la naturaleza de la coalición que lo sustenta y dentro de un juego competitivo electoral abierto, atrae un elevado número de sufragios, liquidando los límites del potencial de votos de los demás actores políticos y capturando votos de todos los sectores involucrados en el juego electoral.

En este efecto de arrastre intervienen el liderazgo de los candidatos en juego, los niveles de aceptación y rechazo que tienen en el curso del período de campaña, el impacto de las encuestas de opinión y los criterios de selección de los propios electores a la hora de determinar el candidato por el cual votarán.  Se asume en consecuencia que el efecto aspiradora de votos o efecto arrastre se produce a partir de una notoria mayoría de ciudadanos que expresan una preferencia electoral la que a su vez, se convierte en tendencia.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.

Como datos fácticos, partimos del concepto que las elecciones primarias presidenciales del 30 de junio en Chile actuaron como un primer revelador del estado de la opinión pública y del potencial electoral de los candidatos presidenciales situados al interior de las dos coaliciones mayores del sistema.  

Desde el punto de vista del potencial de votos expresado en las urnas por los distintos sectores políticos y coaliciones, la única elección que se podría comparar con la primaria presidencial reciente, es la elección municipal de octubre de 2012, en la medida en que ambas votaciones tuvieron lugar dentro del nuevo esquema de voto voluntario e inscripción automática.

Pero, además, como parte de una tendencia que había sido marcada por diversas encuestas desde fines del 2012 e inicios del año 2013, sustentamos la hipótesis que la presencia de Michelle Bachelet en el cuadro electoral y político, está actuando como una "aspiradora de votos", un efecto de arrastre que se manifestó claramente en las recientes primarias presidenciales del 30 de junio.

ELEMENTOS TEÓRICOS: EL EFECTO ARRASTRE Y LA DECISIÓN DEL VOTO.
Para los efectos de este análisis, llamamos "aspiradora de votos" como una metáfora, a un fenómeno político-electoral y comunicacional de arrastre donde un candidato, cualquiera sea la naturaleza de la coalición que lo sustenta y dentro de un juego competitivo electoral abierto, atrae un elevado número de sufragios, liquidando los límites del potencial de votos de los demás actores políticos y capturando votos de todos los sectores involucrados en el juego electoral.
La metáfora de una aspiradora de votos, alude a un efecto de arrastre de votos que concentra preferencias en favor de un candidato que recibe un alto nivel de preferencias del electorado.  El fenómeno posee una estrecha relación con las encuestas de opinión, en la medida en que distintas agencias, mediante diferentes metodologías, coinciden en registrar una tendencia predominante de las preferencias electorales de los ciudadanos, dentro de un determinado rango de tiempo.

El "efecto aspiradora de votos" se explica tanto porque un determinado candidato cuenta con un liderazgo y un posicionamiento altamente reconocido y preferido por los electores, preferencia que indican anticipadamente las encuestas de intención de voto y de opinión, como también porque un importante segmento del electorado prefiere "votar a ganador" y procura no perder su voto.  
Dentro de un sistema democrático, los ciudadanos son una de las claves fundamentales para la comprensión del efecto de arrastre, en la medida en que son ellos los que deciden en ultima instancia el curso de una campaña electoral y del resultado final de los comicios: cuando los ciudadanos mayoritariamente están expresando una tendencia favorable en favor de una candidatura, el efecto arrastre o aspiradora de votos actúa incidiendo sobre los electores indecisos.
Pero además, los electores deciden sus preferencias electorales y sus candidatos preferidos, según nuestra perspectiva, a partir de cuatro factores, a saber:

a) el efecto recordación; donde intervienen las propias pertenencias ideológicas y políticas del ciudadano, y principalmente la memoria que hace del desempeño político anterior del candidato;
b) el efecto comparación; donde intervienen la comparación que hace el elector del desempeño actual con el desempeño anterior de gobiernos, partidos, candidatos y coaliciones;
c) el efecto expectativas; donde el elector incorpora a los factores anteriores sus propias expectativas de las decisiones que espera adopte el candidato de su preferencia y, también, la credibilidad y capacidad de realización que le atribuye a las promesas electorales de éste; y
d) el efecto demostración: que se refiere al impacto que tienen sobre el ciudadano elector las encuestas y otros productos comunicacionales, que le transmiten la imagen ganadora creíble de un determinado candidato, así como la influencia de los liderazgos locales y de las propias redes sociales, sobre la decisión de voto del elector.

En el caso que nos ocupa, el electorado que concurrió a votar por Michelle Bachelet en las primarias presidenciales del 30 de junio, lo hizo por un efecto recordación de lo que esos ciudadanos recuerdan de su desempeño anterior como gobernante; por un efecto comparación, entre la gestión de gobierno de Bachelet y la gestión de gobierno de Piñera; por un efecto de expectativas donde aprecian y perciben numerosas promesas incumplidas en el gobierno de Piñera y porque desean y promueven cambios que consideran que Bachelet puede impulsar desde el gobierno, y por el efecto demostración producido por las encuestas y los medios de comunicación que anticipaban su candidatura como ganadora.

CONCLUSIONES PRELIMINARES.

Las encuestas de opinión y de intención de votos pueden registrar -a lo largo de un período de campaña- los desplazamientos y las continuidades de las preferencias del electorado, pero generalmente no provocan cambios de tendencia en las preferencias electorales de los ciudadanos.  

No son las encuestas ni los medios de difusión los que producen por sí mismos el efecto arrastre, sino que sus resultados tienden a potenciar y reforzar el efecto comunicacional originado en la ciudadanía.

El efecto aspiradora de votos se produce a partir de una notoria mayoría de ciudadanos que expresan una preferencia la que a su vez, se convierte en tendencia.

FUENTES Y REFERENCIAS.

Kelley, S.: Interpreting Elections. Princeton, 1984.  Princeton University Press.

Riker, W.: The Theory of political coalitions.  Newport, 1984.  Greenwood Press Publishers.